jueves, 2 de abril de 2015

AGASSI

Últimamente mi relación con la lectura es trimestral. Más allá de los libros y artículos académicos, los informes sectoriales, las notas técnicas, los casos o los trabajos de los alumnos, no consigo leer libros “just for fun” más que cuando llegan las vacaciones. Esto hace que cuando se acercan esos momentos de desconexión lo realmente difícil es decidir qué libro escoger de la pila que se me ha acumulado.

Esta Semana Santa me he decidido por la autobiografía de Andre Agassi. Lo que me cautivó para escogerla fue una frase impactante de su contraportada: “odio el tenis, lo odio con todo mi alma, pero sin embargo sigo jugando”. Reconozco que me atraía conocer la historia de una persona que ha llegado a ser el mejor del mundo odiando profundamente aquello que hace. Podríamos discutir si esa frase es más o menos sensacionalista, y si eso le está ayudando comercialmente con la distribución de su libro pero es indudable, a tenor de su historia, que la batalla interna que ha tenido consigo mismo a lo largo de su vida ha sido feroz.

La ventaja de leer la historia de Agassi contada por él mismo es que te permite explorar sus pensamientos más profundos y los sentimientos por lo que pasó en cada etapa de su vida. Aunque el tenis es un deporte que magnifica este proceso de conversación interior dada su naturaleza individual y solitaria, se trata de un fenómeno que nos ocurre a todos constantemente. Todos tenemos diálogos con nosotros mismos, todos conversamos con nuestro fuero interno, y todos hablamos con ese “yo” que se encuentra en las profundidades de nuestro cuerpo y que constantemente nos susurra al oído. Por tanto leer la conversación interior de Agassi con Agassi es una oportunidad buenísima para reflexionar sobre nosotros mismos y sobre los altibajos por los que pasamos a lo largo de nuestra carrera.

¿Cuántas veces hemos deseado abandonar? ¿Cuántas veces hemos odiado lo que estamos haciendo y hemos querido mandarlo todo al “carajo”? La vida nos plantea dificultades importantes y profundas ocasionalmente, pero en nuestro trabajo los problemas se presentan a diario. Depende de nosotros que la conversación interior sea serena, constructiva y consciente de nuestras fortalezas y talentos (que indudablemente todos tenemos) para superar esas dificultades. Esa conversación es la más difícil de cuantas tenemos, pues se trata de un diálogo a corazón abierto, no hay hueco para las caras de póquer, no hay posibilidad de “darnos mus”.

Leyendo a Agassi no puedo dejar de pensar en Rafa Nadal y en sus recientes palabras tras caer eliminado en Miami: “siempre he sido capaz de controlar mis emociones en los partidos, pero ahora es más difícil”. Nadal es un ejemplo de profesional comprometido, con valores y responsable, pero sobre todo es un ejemplo de persona. Incluso en los momentos difíciles como los que ahora está pasando nos da lecciones impagables. Darnos cuenta de la importancia de controlar nuestras emociones, de trabajar nuestra conversación interior para canalizarla hacia nuestro progreso, es el primer paso para la mejora personal.

Muchas veces esa conversación interior pasa por externalizar nuestros sentimientos. Compartir nuestras emociones con las personas de confianza ayuda a descubrir nuestros propios pensamientos y a darles forma. Os animo a identificar esas personas con las que la conversación fluye con naturalidad porque es una manera eficaz de formalizar nuestros propios sentimientos y, por ende, mejorar nuestra conversación interior.

La autobiografía de Andre Agassi nos muestra precisamente ese proceso de “encauzamiento” de las emociones. Es un trabajo arduo pero necesario. Agassi tiene una fiera dentro, pero la conversación interior (y con las personas de confianza) le ayudó a domarla poco a poco. Su libro, por tanto, es un ejemplo de cómo canalizando sus emociones, trabajando en la conversación interior, consiguió alcanzar el número uno del mundo y, lo que es más importante, darle sentido a su vida.

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