jueves, 11 de junio de 2015

ESTADÍSTICA O INTUICIÓN, ESA ES LA CUESTIÓN

Vivimos en un mundo puramente cuantitativo. Nos encantan los números: ¿cuánto cuesta? ¿Cuánto me vas a pagar por este trabajo? ¿Cuántas personas están interesadas en este producto? ¿Cuántas veces has realizado esta operación? Y lo que es más importante, ¿cómo lo comparamos? ¿Qué margen de error tiene esta medida? ¿Cuál es la media?, ¿Y la desviación típica? Parece que si no somos capaces de cuantificar un evento, asignarle una probabilidad o predecir su evolución matemáticamente, no es creíble nuestra posición o argumento.

La estadística es parte fundamental de nuestra vida y es la base para responder a todas las preguntas que se proponen en el primer párrafo. Es más, sin esta ciencia no seríamos capaces de tomar decisiones fundamentales, no sólo en el mundo de la empresa, también en el gobierno de un territorio o incluso en el de nuestra propia casa. Habitualmente les digo a mis alumnos que la intuición está bien, pero que es fundamental hacer algunos números que nos ayuden a tomar decisiones, antes de guiarnos por los impulsos que nos pide el cuerpo.

Sin embargo la probabilidad tiene un problema a la hora de enfrentarse a ella, y es que nadie nos ha dado una definición de lo que significa realmente. De hecho si buscamos en bibliografía encontraremos dos posiciones bien argumentadas, pero distintas, abordando esta definición: la estadística y la lógica. ¿Qué entiende nuestra mente cuando hablamos de estadística?, ¿probabilidad o plausibilidad? Un problema muy típico que le puse a mi mujer hace poco mientras desayunábamos, y en el que todos solemos tener el mismo sesgo, es el siguiente: Cuál de estas dos afirmaciones es más probable: ¿que yo me tome un Cola-Cao hoy, o que me tome un Cola-Cao hoy para desayunar? Habitualmente solemos pensar que la probabilidad de tomar un Cola-Cao en el desayuno es mayor a la de tomar un Cola-Cao hoy porque aporta más información, pero no es cierto, básicamente, porque la segunda afirmación está incluida en la primera. Sin embargo, la segunda afirmación parece más plausible simplemente porque se ha construido un escenario más complejo, pero en términos probabilísticos es precisamente a la inversa.

Mucha gente critica la estadística por la capacidad de algunos para alterarla y que presente resultados favorables a las tesis de cada uno. Yo no voy a entrar a discutir este asunto. Vamos a partir de la base de que no hay sesgo (voluntario o involuntario) en los datos que se nos presentan. Como decía el antiguo decano de la Universidad de Harvard, Lawrence Lowell en 1909, “la estadística es como los pasteles, es buena si se sabe quién la hizo y se está seguro de los ingredientes”.

El problema es que nuestra mente no está acostumbrada a que a veces menos es más. Por ejemplo, el premio Nobel Daniel Kahneman realizó un experimento con dos grupos de personas a los que les propuso dos preguntas, una a cada grupo:
Grupo 1
Se ha realizado una encuesta a hombres adultos de todas las edades y profesiones en el estado de Massachusetts. Por favor, díganos su mejor estimación sobre las siguientes preguntas:

¿Qué porcentaje de hombres encuestados han sufrido al menos un ataque al corazón?

¿Qué porcentaje de hombres encuestados tenían más de 55 años y habían sufrido al menos un ataque al corazón?
Grupo 2
Se ha realizado una encuesta a 100 hombres adultos de todas las edades y profesiones en el estado de Massachusetts. Por favor, díganos su mejor estimación sobre las siguientes preguntas:

¿Cuántos de los 100 participantes habían sufrido al menos un ataque al corazón?

¿Cuántos de los 100 participantes tenían más de 55 años y habían sufrido al menos un ataque al corazón?

El 65% de las personas del primer grupo no se acercaron a los datos reales, mientras que sólo el 25% de las personas del segundo grupo fallaron en sus respuestas. La referencia de los 100 hombres adultos ofrecía una representación espacial a las mentes de los participantes que les ayudó con sus respuestas.


Los números, las probabilidades y la estadística en general deberían ser parte de nuestro día a día en la toma de decisiones y, por tanto, debemos acostumbrarnos a manejarlos sin miedo o pereza por tener que hacer algunos cálculos. Sin ellos, con toda seguridad, cometeríamos muchos más errores. Sin embargo es igual de importante desarrollar espíritu crítico en todo lo referente a estadísticas y datos numéricos que nos llegan. Una forma útil de no perdernos con las estadísticas es utilizar bases de referencia y a partir de ahí construir los escenarios de probabilidad en base a las evidencias aportadas. En ocasiones la intuición vence a la lógica incluso cuando la respuesta correcta está justo delante de nosotros.