Vivimos en un mundo puramente cuantitativo.
Nos encantan los números: ¿cuánto cuesta? ¿Cuánto me vas a pagar por este
trabajo? ¿Cuántas personas están interesadas en este producto? ¿Cuántas veces
has realizado esta operación? Y lo que es más importante, ¿cómo lo comparamos?
¿Qué margen de error tiene esta medida? ¿Cuál es la media?, ¿Y la desviación
típica? Parece que si no somos capaces de cuantificar un evento, asignarle una
probabilidad o predecir su evolución matemáticamente, no es creíble nuestra
posición o argumento.
La estadística es parte fundamental de
nuestra vida y es la base para responder a todas las preguntas que se proponen
en el primer párrafo. Es más, sin esta ciencia no seríamos capaces de tomar
decisiones fundamentales, no sólo en el mundo de la empresa, también en el
gobierno de un territorio o incluso en el de nuestra propia casa. Habitualmente
les digo a mis alumnos que la intuición está bien, pero que es fundamental
hacer algunos números que nos ayuden a tomar decisiones, antes de guiarnos por
los impulsos que nos pide el cuerpo.
Sin embargo la probabilidad tiene un problema
a la hora de enfrentarse a ella, y es que nadie nos ha dado una definición de
lo que significa realmente. De hecho si buscamos en bibliografía encontraremos
dos posiciones bien argumentadas, pero distintas, abordando esta definición: la
estadística y la lógica. ¿Qué entiende nuestra mente cuando hablamos de
estadística?, ¿probabilidad o plausibilidad? Un problema muy típico que le puse
a mi mujer hace poco mientras desayunábamos, y en el que todos solemos tener el
mismo sesgo, es el siguiente: Cuál de estas dos afirmaciones es más probable:
¿que yo me tome un Cola-Cao hoy, o que me tome un Cola-Cao hoy para desayunar?
Habitualmente solemos pensar que la probabilidad de tomar un Cola-Cao en el
desayuno es mayor a la de tomar un Cola-Cao hoy porque aporta más información,
pero no es cierto, básicamente, porque la segunda afirmación está incluida en
la primera. Sin embargo, la segunda afirmación parece más plausible simplemente porque se ha construido un escenario más complejo, pero en términos probabilísticos es precisamente a la inversa.
Mucha gente critica la estadística por la
capacidad de algunos para alterarla y que presente resultados favorables a las
tesis de cada uno. Yo no voy a entrar a discutir este asunto. Vamos a partir de
la base de que no hay sesgo (voluntario o involuntario) en los datos que se nos
presentan. Como decía el antiguo decano de la Universidad de Harvard, Lawrence Lowell en 1909,
“la estadística es como los pasteles, es buena si se sabe quién la hizo y se
está seguro de los ingredientes”.
El problema es que nuestra mente no está
acostumbrada a que a veces menos es más. Por ejemplo, el premio Nobel Daniel
Kahneman realizó un experimento con dos grupos de personas a los que les
propuso dos preguntas, una a cada grupo:
Grupo
1
Se
ha realizado una encuesta a hombres adultos de todas las edades y profesiones
en el estado de Massachusetts. Por favor, díganos su mejor estimación sobre
las siguientes preguntas:
¿Qué
porcentaje de hombres encuestados han sufrido al menos un ataque al corazón?
¿Qué
porcentaje de hombres encuestados tenían más de 55 años y habían sufrido al
menos un ataque al corazón?
|
Grupo
2
Se
ha realizado una encuesta a 100 hombres adultos de todas las edades y
profesiones en el estado de Massachusetts. Por favor, díganos su mejor
estimación sobre las siguientes preguntas:
¿Cuántos
de los 100 participantes habían sufrido al menos un ataque al corazón?
¿Cuántos
de los 100 participantes tenían más de 55 años y habían sufrido al menos un
ataque al corazón?
|
El 65% de las personas del primer grupo no se
acercaron a los datos reales, mientras que sólo el 25% de las personas del
segundo grupo fallaron en sus respuestas. La referencia de los 100
hombres adultos ofrecía una representación espacial a las mentes de los
participantes que les ayudó con sus respuestas.
Los números, las probabilidades y la
estadística en general deberían ser parte de nuestro día a día en la toma de
decisiones y, por tanto, debemos acostumbrarnos a manejarlos sin miedo o pereza
por tener que hacer algunos cálculos. Sin ellos, con toda seguridad,
cometeríamos muchos más errores. Sin embargo es igual de importante desarrollar
espíritu crítico en todo lo referente a estadísticas y datos numéricos que nos
llegan. Una forma útil de no perdernos con las estadísticas es utilizar bases de
referencia y a partir de ahí construir los escenarios de probabilidad en base a
las evidencias aportadas. En ocasiones la intuición vence a la lógica incluso
cuando la respuesta correcta está justo delante de nosotros.