miércoles, 19 de febrero de 2014

NEGOCIAR

Si discutir es deporte, negociar es el fútbol. Negociar es un tipo de discusión que levanta pasiones, que ocurre en todo el mundo, que hay estilos según países y culturas, y que puede acabar con victoria, con derrota o con empate, es decir, negociar es fútbol. Rara vez suele practicarse para vencer a uno mismo (como el golf o correr una maratón), sino que siempre es para llegar a un resultado con o frente a otro.

Hace unas semanas hablé de la necesidad que tenemos de practicar y trabajar nuestras habilidades comunicativas. Si tuviera que hacer una lista con las habilidades que toda persona necesita para crecer en cualquier organización sería muy corta: comunicar y negociar. Negociar es algo intrínseco al devenir humano: negociamos con nuestros jefes, con nuestros colaboradores, con nuestros amigos, con nuestros padres, con nuestras parejas, y sobre todo negociamos con nosotros mismos constantemente. Negociar es natural a la condición humana y es una actividad que hacemos, consciente o inconscientemente varias veces al día. Por tanto un hueco para la reflexión sobre este fenómeno tenía que aparecer en EMBArcados antes o después.

Existe teoría profunda y extensa sobre negociación, se hacen seminarios, formaciones y cursos específicos de este “deporte” y no seré yo quien los banalice aquí, al revés, en la medida en la que me den trabajo los fomentaré. En cambio no todos tenemos tiempo y/o dinero para emplear en formación específica. Para lo que si tenemos tiempo es para detenernos a pensar sobre el tema y llegar a ciertas conclusiones que nos permitan mejorar. Este es el objetivo que me planteo hoy, que nos demos tiempo para pensar.

A diferencia de la comunicación, la negociación se practica a diario. Es difícil llegar a situaciones en las que podamos dar discursos, hacer presentaciones, etc. Sin embargo constantemente estamos negociando: a dónde vamos hoy a cenar, una subida de sueldo, una venta, una compra, un proceso de paz… la lista es infinita, porque infinitas son las situaciones. Esto es una ventaja que tenemos que aprovechar. Si eres consciente de que estás en una negociación, serás capaz de aplicar las reflexiones que previamente te has hecho al respecto.

¿Qué reflexiones nos deberíamos hacer? En mi opinión, lo primero que debemos superar es el pensamiento de: “no valgo para negociar”. Os animo a cambiarlo por el de: “tengo que encontrar mi estilo de negociación”. Por supuesto que no todos podemos ser como Cristiano Ronaldo o como Iniesta jugando al fútbol, pero si podemos conocer las normas que lo rigen para no meter la pata. En segundo lugar, en ese proceso de búsqueda de estilo, es esencial indagar en nuestro interior y conocer nuestra forma de ser, nuestra forma de relacionarnos, nuestra forma de responder ante preguntas/provocaciones/sugerencias, etc. Y poner ese conocimiento al servicio de la negociación. Por ejemplo, saber si somos personas primarias (de respuesta rápida) o secundarios (personas reflexivas) nos debe ayudar a canalizar nuestros esfuerzos de negociación. Y en tercer lugar hay que desarrollar un sistema iterativo que nos lleve a probar todo aquello a lo que llegamos en nuestro proceso mental o reflexivo. Es decir, tras la reflexión y conclusiones, llega la práctica. Como a diario tenemos ocasiones para practicar, tan sencillo como ser conscientes de cuándo estamos en una negociación y traer todas aquellas conclusiones a las que llegamos en los pasos anteriores. Esto nos dará unos resultados que debemos cargar en la primera etapa del proceso de nuevo y refinar nuestra habilidad negociadora a través de la iteración.

Para jugar en primera división, quizá necesitemos un poco más (formación, entrenamiento especializado, etc.) pero para las “pachangas” que jugamos todos los días o para partidos de regional, 2ºB, preferente, que son la mayoría de todos nosotros, estos tres principios básicos son de gran ayuda: encontrar mi estilo, canalizar el estilo al servicio de la negociación e iterar. Os animo a que los practiquéis, en el peor de los casos no mejoraréis, pero seréis conscientes de ello.

martes, 4 de febrero de 2014

Talento oculto y cotidiano

Talento es uno de esos temas sobre los que se han escrito cientos de páginas, y creo que es uno de esos conceptos un poco equívocos que muchos han idealizado y que de haberlo entendido mal puede estar siendo motivo de frustración y freno para más de uno. De eso me di cuenta hablando hace poco con un amigo, estaba algo desilusionado de la vida, pero sobre todo de sí mismo, me decía que en un momento pensó que tenía talento, y que se había esforzado mucho por estudiar, aprender idiomas, trabajar mucho y bien, pero que ahora sabía que le faltaba el talento porque "todavía", a sus treinta y pocos años, no había conseguido destacar, brillar, sobresalir.

Yo le escuche con atención y sorprendida, la verdad es que no le va mal, tiene un buen trabajo y en su empresa le valoran, de hecho recientemente le han movido de posición para darle nuevas oportunidades, ¿porque tanta desilusión? Creo que el problema está en su concepto del talento.
Pienso que el cine ha hecho mucho daño en este sentido, la cultura del pelotazo y los modelos que  nos presentan de éxito pueden llevar a confundirte si a los treinta y pocos no has llegado a la más alta cima de no se sabe muy bien que ( prestigio, popularidad, éxito, dinero...)
 Si concibes el talento como un don extraordinario que te permite hacer cosas que la mayoría de personas no llegara a hacer nunca, date por frustrado porque Nadales, Buffetts y Jobs de la vida hay muy pocos, ciertamente… Pero si entendemos talento como aquellas cualidades que nos permiten hacer con facilidad y muy bien ciertas cosas, entonces: Anímate!! que talento tenemos todos, incluso talentos en plural.

Creo que conviene diferenciar entonces, para aclararnos ,entre el genio y el talento:
El genio crea nuevas formas de actividad no emprendidas antes por otros o desarrolla de un modo enteramente propio y sorprendente actividades ya conocidas.
El talento es el que practica formas de actividad, general o frecuentemente practicadas por otros, mejor que la mayoría de los que cultivan esas mismas aptitudes.

 Además para terminar de darte un rayo de esperanza te diré que hay talentos innatos y otros aprendidos, que se pueden desarrollar con entrenamiento, y que estos ultimos hay que ejercitarlos o se pierden.
Los talentos intrínsecos muchas veces los desconocemos, porque suponen cierta facilidad y no hacemos un esfuerzo por aplicarlos por eso no somos conscientes de ellos, así que conviene estar atentos a la información que nos facilitan los otros, frases como es que a ti se te da muy bien analizar los problemas, o es que tú eres una persona muy sociable… esas afirmaciones que nos sorprenden y nos dan luz sobre esos talentos innatos que todos tenemos.

Citando a Montesquieu te diré: “El talento es un don que Dios hace en secreto, y que nosotros revelamos sin saberlo."
 
¿Sabes cuáles son tus talentos? Te animo a descubrirlos, aplicarlos y desarrollarlos al máximo, para brillar, no sé si por encima de todos los demás como un genio, pero al menos brillar con todo el brillo del que tú eres capaz, siendo “tu mejor yo posible” aportando tu talento/os a tu equipo, a tu empresa, a tu familia, a la sociedad y al mundo entero.