“Hay un proyecto que constituye
el argumento último y radical de la vida: el de ser alguien determinado, un
quien insustituible que nos sentimos llamados a ser. Ese proyecto es más o
menos explícito y articulado, se va descubriendo, a veces trabajosamente y con
extraordinaria lentitud, en otras ocasiones súbitamente y como una revelación,
que puede ser deslumbradora. Es frecuente, y así ocurre en la mayoría de las
personas, que ese proyecto sea sumamente vago, apenas una sospecha, un simple
barrunto de lo que tendría que ser”.
Estas palabras son del filósofo Julián Marías hablando sobre la Vocación.
Concepto que muchas veces se nos antoja alejado, o destinado tan sólo para
aquellos que verdaderamente sienten la llamada de algo superior a ellos. Sin
embargo, como bien dice el filósofo, la Vocación no es más que esa necesidad
humana de llegar a ser alguien
determinado. Este proyecto no es siempre evidente ni sencillo de alcanzar.
No es evidente porque, salvo en
contadas excepciones en las que se nos presentan argumentos extraordinarios o
de suma gravedad, identificar aquellas llamadas auténticas se escapa de un
juicio poco profundo. Requiere, por tanto, esfuerzo y análisis. A ello
contribuye la dificultad en discernir entre llamadas veraces y otras que, aunque
próximas a nosotros, no son verdaderas. Éstas últimas son, según Marías, las
tentaciones, que “precisamente por esa cercanía inexacta a lo que somos, son
eficaces. Imagínese la importancia que tiene la capacidad de distinguir entre
esas solicitaciones que se nos van haciendo, que podemos aceptar y seguir o
no”. En este sentido considero fundamental trabajar en la formulación de los
problemas, primer paso para una toma de decisiones efectiva. En el libro “The
everything store”, Brad Stone transcribe las palabras de Jeff Bezos, fundador
de Amazon, evocando los días en los que tomó la decisión de abandonar su lujoso
apartamento de Nueva York y un puesto altamente remunerado en Wall Street, por
embarcarse en la aventura de vender libros por internet, un negocio (el de los
libros) en decadencia, en un entorno (el de internet) aun por desarrollar, era
1994: “Cuando estás en medio del problema las pequeñas cosas pueden
confundirte. Sabía que si llegaba a los ochenta años nunca me iba a lamentar de
haber perdido mi jugoso bonus de aquel año. A esa edad, sin embargo, tengo
claro que me hubiera arrepentido de no haber participado en esa cosa llamada
Internet y que iba a revolucionar el mundo. Cuando planteé el problema en esos
términos, la decisión estaba clara”.
Tampoco se trata de un proyecto
fácil de alcanzar. Y no sólo por el trabajo que requiere. Sobra decir que las
grandes metas se alcanzan con altas dosis de trabajo, esfuerzo y sacrificio.
Añadido a esto habría que mencionar el azar. Estudiando las trayectorias de
grandes deportistas y científicos, descubres que muchas de las decisiones
fundamentales de sus carreras fueron tomadas por otros. Para esto Julián Marías
también nos nutre con sus reflexiones: “La circunstancia es impuesta pero es
modificable”. Miguel de Unamuno escribió: “¡Ojalá pusiéramos en subir más alto
el ahínco que ponemos en no caer! (…) Pon en tu orden muy alta tu mira, lo más
alta que puedas, más alta aun donde tu vista no alcance, donde nuestras vidas
paralelas van a encontrarse: apunta a lo inasequible”. La Vocación no es
impuesta, pero tampoco soy autor de ella, me es propuesta. Junto al azar, la
circunstancia modificable, está la libertad que inevitablemente ejercemos.
Marías explica que no tener esto en cuenta aumenta la ansiedad creada por la
azarosidad de la vida, porque “la imprevisibilidad prevista y aceptada nos
permite un cierto señorío sobre ella”.
La Vocación es una llamada
ineludible a la que todos nos enfrentamos. Está en nuestra mano cómo
enfrentarnos a ella. Somos libres. No de sentirla y reconocerla, sino de
seguirla o no. Julián Marías concluye: “El proyecto más aunténtico no debe ser
exclusivista, porque se corre el riesgo de fanatismo y estrechez mental. La
vida humana, por ser personal, incluye la realidad y la posibilidad,
inseparables”. Y este es, quizá, el lado más apasionante de la Vocación, que
podemos unir la realidad de la circunstancia con la irrealidad de nuestros deseos
a través de su construcción. Basta con quererlo. Benjamin Zander, en su libro “El
arte de la posibilidad” explica el poderoso rol que lo posible puede jugar en nuestra vida. Lectura inspiradora para identificar
nuestra Vocación más auténtica y trabajar en su realización.