Hoy he leído en Expansión un
artículo titulado “La cara, el espejo del márketing” en el que se hablaba de la
relevancia que está tomando el neuromárketing en las campañas de publicidad y
medios de múltiples empresas. El artículo explica que el neuromárketing es la
suma de neurociencia, márketing y tecnología, y que éste trata de captar las
emociones en las personas antes de que las racionalicen y sean más difícilmente
detectables a través del reconocimiento facial, sin que el cliente se de cuenta.
Es alucinante leer sobre este
tipo de dispositivos que detectan emociones en las personas: felicidad,
sorpresa, enfado, asco, miedo o tristeza. Aunque a mí me alucina aun más ver
cómo la máquina más perfecta de la tierra: el ser humano, no es capaz en muchos
casos, de poner el más mínimo interés en detectar las emociones de los que le
rodean con sus propios “dispositivos internos”.
Esta falta de interés por conocer
las emociones de los que nos rodean, en mi opinión, nos deshumaniza y levanta
barreras para el entendimiento. En consecuencia las relaciones se dificultan y
con ellas las bases de cualquier organización. Esto es especialmente relevante
cuando hablamos de personas que tienen a otros a su cargo y que sirven de
referente para los demás.
No creo que haya que ser un
experto en psicología social para poder llegar a ser un gerente de equipos integral
con capacidad de captar las emociones de sus colaboradores. Con poner interés por
lo que ocurre a nuestro alrededor sería suficiente. No obstante, si queremos
incluso mejorar, existen algunas herramientas que ayudan a desarrollar este
tipo de habilidad. Por ejemplo, la Programación Neurolingüísitica (PNL), una
rama de la psicología aplicada, nos da algunas referencias que sirven de
recordatorio, sin necesidad de tener que profundizar mucho en esta materia
compleja. En palabras de Jose Pedro García Miguel, experto en PNL, “para
dirigir adecuadamente, hay que encontrar una estrategia personal,
interiorizarla y practicarla, basada en: (1) el autoconocimiento; (2) conocer,
reconocer y valorar a otros; (3) saber comunicar, escuchar y sintonizar con
otros; (4) Saber tomar decisiones y afrontar problemas; y (5) convertir nuestra
experiencia en un proceso de aprendizaje.
Lo que me gusta de las palabras
de Jose Pedro, contenidas en su libro “PNL para líderes”, es que, aunque suenan
muy simples y no parece que aporten grandes novedades o descubrimientos científicos,
engloban todos los aspectos claves de la persona para poder dirigir a otros de
forma eficaz. Muchos pensaréis que se trata de obviedades, y no os falta razón;
en mi opinión esa es precisamente la utilidad de estas palabras.
Os animo a que toméis estos
principios a modo de guía para autoevaluaros. Lo normal será que tengáis muy
buenas notas en todos los puntos, pero seguro que en alguno la nota está por
debajo de los demás. Con este pequeño ejercicio ya habréis avanzado en vuestro
autoconocimiento y ya habrá merecido la pena. Si además trabajáis por mejorar
ese aspecto que flaquea, los resultados serán más que satisfactorios en poco
tiempo.
El sector de la moda usa el
neuromárketing para saber si a los consumidores les gustan los productos que exhiben
en las tiendas; en otros sectores sirve para saber qué opinan los clientes
sobre un precio sin tener que preguntarles; para averiguar qué recuerdan los
consumidores de una determinada campaña; para testar productos nuevos, etc. Por
qué no empezamos a utilizar esta herramienta ancestral que tenemos: las “Neuro-nas”,
para detectar qué ocurre a nuestro alrededor, al mismo tiempo que mejoramos en
nuestras relaciones personales, que como digo, son la base de toda
organización.
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