No podemos negar que el año 2015 en
España, en cuanto a lo político, está siendo trepidante. Sin duda se trata de
un asunto que está en boca de todos con gran recurrencia, entre otras cosas por la
coincidencia de tantas convocatorias de elecciones en este año (y no hemos
llegado ni a la mitad). En este jardín plantado con políticos e ideologías de
todos los olores y sabores y regado por los medios de
comunicación incesantemente, los espectadores recibimos estímulos de todo tipo
cada minuto de nuestra “conectada” vida. Estos estímulos además sacian nuestra
sed de información, o mejor dicho, de noticias, sin que nos percatemos de que
no siempre lo que nos llega es aséptico, o incluso veraz.
¿Cuántas veces hemos oído la
frase “una mentira, por mil veces que sea dicha, no se convierte en verdad? Supongo
que muchas… sin embargo es habitual caer en la tentación de aceptar como real
aquello que una y otra vez recibimos a través de nuestros sentidos. Inconscientemente
todos experimentamos una sensación de conformidad y de familiaridad con cualquier
información que nos llega de manera repetida. El prestigioso psicólogo Robert
Zajonc lleva años estudiando lo que él llama el efecto de la mera exposición. Uno de sus experimentos más famosos
los llevó a cabo durante varias semanas en universidades del estado de Michigan
(USA). En la portada de los periódicos universitarios introdujo todos los días
una palabra turca en forma de anuncio sin ninguna otra explicación. Algunas
palabras las introdujo repetidas veces (hasta 20 días), y otras tan solo en
alguna ocasión esporádica. Cuando finalizó el misterioso experimento envió
cuestionarios a las comunidades de estudiantes con la lista de palabras y
preguntando si cada una de aquellas palabras significaba algo “bueno” o “malo”
en su opinión. Los resultados fueron espectaculares: las palabras que habían
aparecido con más frecuencia durante el experimento fueron evaluadas mucho más
favorablemente que las que sólo habían aparecido una o dos veces. Este
experimento se ha realizado posteriormente de la misma manera, así como con
variaciones (por ejemplo usando caracteres chinos) y los resultados siempre han
sido los mismos.
El efecto de la mera exposición
no depende de nuestro nivel de consciencia, sino más bien al contrario, es
puramente inconsciente y ocurre incluso cuando las palabras o fotos repetidas
se muestran tan rápido que no somos conscientes de ello. De hecho este es un
efecto que está íntimamente relacionado con nuestra naturaleza animal. Según
Zajonc el efecto de la mera exposición ocurre porque la exposición repetida a
ese estímulo no va seguida de algo malo. El estímulo acabamos relacionándolo
con una señal de seguridad, y seguridad es bueno.
Esto es algo que ocurre también
en el día a día de las organizaciones: desde determinados departamentos se
repiten consignas y comentarios que no siempre son reales, pero que al cabo de
un tiempo de insistencia pueden llegar a confundirnos. Esto lo explica con
absoluta brillantez el premio nobel Daniel Kahneman en su libro “Thinking, Fast
and Slow”. Un ejemplo típico de empresas que suelo poner a mis alumnos tiene
que ver con la gestión de los inventarios: los directores financieros nos
repiten una y otra vez que los inventarios son muy costosos y que por tanto
deberíamos reducirlos a cero. Pero la decisión sobre el nivel de inventarios
debería ser más profunda y requiere hacer un análisis de los números (p.ej. el
coste de rotura de stock). Indudablemente, los inventarios son costosos, pero
reducirlos a cero no es la solución, se trata de encontrar el punto óptimo en base a las particularidades de cada organización. La
repetición constante de la consigna financiera no hace que sea real, pero nos
da sensación de realidad y podemos acabar cayendo en sus redes.
En épocas electorales recibimos
estímulos en múltiples ocasiones cada día. Algunos de ellos son reiteradamente
el mismo estímulo repetido provocándonos una sensación de familiaridad que nos
puede llevar a errores de manera inconsciente. Por tanto es fundamental
desarrollar un espíritu crítico. Ante muchas de estas situaciones, como hemos
visto, nuestro subconsciente actúa de manera espontánea, sin embargo es clave
que sepamos identificar qué tipo de decisiones requieren un análisis más
profundo que la mera respuesta instintiva. Posiblemente estaremos inclinados a
creernos estos estímulos porque se han repetido a menudo, quizá conviene darle
una vuelta por si acaso.
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