viernes, 15 de mayo de 2015

SOBRE LA REPETICIÓN DE CONSIGNAS

No podemos negar que el año 2015 en España, en cuanto a lo político, está siendo trepidante. Sin duda se trata de un asunto que está en boca de todos con gran recurrencia, entre otras cosas por la coincidencia de tantas convocatorias de elecciones en este año (y no hemos llegado ni a la mitad). En este jardín plantado con políticos e ideologías de todos los olores y sabores y regado por los medios de comunicación incesantemente, los espectadores recibimos estímulos de todo tipo cada minuto de nuestra “conectada” vida. Estos estímulos además sacian nuestra sed de información, o mejor dicho, de noticias, sin que nos percatemos de que no siempre lo que nos llega es aséptico, o incluso veraz.



¿Cuántas veces hemos oído la frase “una mentira, por mil veces que sea dicha, no se convierte en verdad? Supongo que muchas… sin embargo es habitual caer en la tentación de aceptar como real aquello que una y otra vez recibimos a través de nuestros sentidos. Inconscientemente todos experimentamos una sensación de conformidad y de familiaridad con cualquier información que nos llega de manera repetida. El prestigioso psicólogo Robert Zajonc lleva años estudiando lo que él llama el efecto de la mera exposición. Uno de sus experimentos más famosos los llevó a cabo durante varias semanas en universidades del estado de Michigan (USA). En la portada de los periódicos universitarios introdujo todos los días una palabra turca en forma de anuncio sin ninguna otra explicación. Algunas palabras las introdujo repetidas veces (hasta 20 días), y otras tan solo en alguna ocasión esporádica. Cuando finalizó el misterioso experimento envió cuestionarios a las comunidades de estudiantes con la lista de palabras y preguntando si cada una de aquellas palabras significaba algo “bueno” o “malo” en su opinión. Los resultados fueron espectaculares: las palabras que habían aparecido con más frecuencia durante el experimento fueron evaluadas mucho más favorablemente que las que sólo habían aparecido una o dos veces. Este experimento se ha realizado posteriormente de la misma manera, así como con variaciones (por ejemplo usando caracteres chinos) y los resultados siempre han sido los mismos.

El efecto de la mera exposición no depende de nuestro nivel de consciencia, sino más bien al contrario, es puramente inconsciente y ocurre incluso cuando las palabras o fotos repetidas se muestran tan rápido que no somos conscientes de ello. De hecho este es un efecto que está íntimamente relacionado con nuestra naturaleza animal. Según Zajonc el efecto de la mera exposición ocurre porque la exposición repetida a ese estímulo no va seguida de algo malo. El estímulo acabamos relacionándolo con una señal de seguridad, y seguridad es bueno.

Esto es algo que ocurre también en el día a día de las organizaciones: desde determinados departamentos se repiten consignas y comentarios que no siempre son reales, pero que al cabo de un tiempo de insistencia pueden llegar a confundirnos. Esto lo explica con absoluta brillantez el premio nobel Daniel Kahneman en su libro “Thinking, Fast and Slow”. Un ejemplo típico de empresas que suelo poner a mis alumnos tiene que ver con la gestión de los inventarios: los directores financieros nos repiten una y otra vez que los inventarios son muy costosos y que por tanto deberíamos reducirlos a cero. Pero la decisión sobre el nivel de inventarios debería ser más profunda y requiere hacer un análisis de los números (p.ej. el coste de rotura de stock). Indudablemente, los inventarios son costosos, pero reducirlos a cero no es la solución, se trata de encontrar el punto óptimo en base a las particularidades de cada organización. La repetición constante de la consigna financiera no hace que sea real, pero nos da sensación de realidad y podemos acabar cayendo en sus redes.


En épocas electorales recibimos estímulos en múltiples ocasiones cada día. Algunos de ellos son reiteradamente el mismo estímulo repetido provocándonos una sensación de familiaridad que nos puede llevar a errores de manera inconsciente. Por tanto es fundamental desarrollar un espíritu crítico. Ante muchas de estas situaciones, como hemos visto, nuestro subconsciente actúa de manera espontánea, sin embargo es clave que sepamos identificar qué tipo de decisiones requieren un análisis más profundo que la mera respuesta instintiva. Posiblemente estaremos inclinados a creernos estos estímulos porque se han repetido a menudo, quizá conviene darle una vuelta por si acaso.

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