Últimamente mi relación con la
lectura es trimestral. Más allá de los libros y artículos académicos, los
informes sectoriales, las notas técnicas, los casos o los trabajos de los
alumnos, no consigo leer libros “just for
fun” más que cuando llegan las vacaciones. Esto hace que cuando se acercan
esos momentos de desconexión lo realmente difícil es decidir qué libro escoger
de la pila que se me ha acumulado.
Esta Semana Santa me he decidido
por la autobiografía de Andre Agassi. Lo que me cautivó para escogerla fue una
frase impactante de su contraportada: “odio
el tenis, lo odio con todo mi alma, pero sin embargo sigo jugando”.
Reconozco que me atraía conocer la historia de una persona que ha llegado a ser
el mejor del mundo odiando profundamente aquello que hace. Podríamos discutir
si esa frase es más o menos sensacionalista, y si eso le está ayudando
comercialmente con la distribución de su libro pero es indudable, a tenor de su
historia, que la batalla interna que ha tenido consigo mismo a lo largo de su
vida ha sido feroz.
La ventaja de leer la historia de
Agassi contada por él mismo es que te permite explorar sus pensamientos más
profundos y los sentimientos por lo que pasó en cada etapa de su vida. Aunque
el tenis es un deporte que magnifica este proceso de conversación interior dada
su naturaleza individual y solitaria, se trata de un fenómeno que nos ocurre a
todos constantemente. Todos tenemos diálogos con nosotros mismos, todos
conversamos con nuestro fuero interno, y todos hablamos con ese “yo” que se
encuentra en las profundidades de nuestro cuerpo y que constantemente nos
susurra al oído. Por tanto leer la conversación interior de Agassi con Agassi es
una oportunidad buenísima para reflexionar sobre nosotros mismos y sobre los
altibajos por los que pasamos a lo largo de nuestra carrera.
¿Cuántas veces hemos deseado
abandonar? ¿Cuántas veces hemos odiado lo que estamos haciendo y hemos querido
mandarlo todo al “carajo”? La vida nos plantea dificultades importantes y
profundas ocasionalmente, pero en nuestro trabajo los problemas se presentan a
diario. Depende de nosotros que la conversación interior sea serena,
constructiva y consciente de nuestras fortalezas y talentos (que indudablemente
todos tenemos) para superar esas dificultades. Esa conversación es la más
difícil de cuantas tenemos, pues se trata de un diálogo a corazón abierto, no
hay hueco para las caras de póquer, no hay posibilidad de “darnos mus”.
Leyendo a Agassi no puedo dejar
de pensar en Rafa Nadal y en sus recientes palabras tras caer eliminado en
Miami: “siempre he sido capaz de controlar mis emociones en los partidos, pero
ahora es más difícil”. Nadal es un ejemplo de profesional comprometido, con
valores y responsable, pero sobre todo es un ejemplo de persona. Incluso en los
momentos difíciles como los que ahora está pasando nos da lecciones impagables.
Darnos cuenta de la importancia de controlar nuestras emociones, de trabajar
nuestra conversación interior para canalizarla hacia nuestro progreso, es el
primer paso para la mejora personal.
Muchas veces esa conversación
interior pasa por externalizar nuestros sentimientos. Compartir nuestras
emociones con las personas de confianza ayuda a descubrir nuestros propios pensamientos
y a darles forma. Os animo a identificar esas personas con las que la
conversación fluye con naturalidad porque es una manera eficaz de formalizar
nuestros propios sentimientos y, por ende, mejorar nuestra conversación interior.
La autobiografía de Andre Agassi nos muestra
precisamente ese proceso de “encauzamiento” de las emociones. Es un trabajo
arduo pero necesario. Agassi tiene una fiera dentro, pero la conversación
interior (y con las personas de confianza) le ayudó a domarla poco a poco. Su
libro, por tanto, es un ejemplo de cómo canalizando sus emociones, trabajando
en la conversación interior, consiguió alcanzar el número uno del mundo y, lo que
es más importante, darle sentido a su vida.
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