Os escribo desde Hinojosa de
Duero, un pequeño pueblo salmantino en la frontera entre España y Portugal en
el que nació mi madre y al que vengo todos los años a celebrar la Navidad con
amigos y familia. Es un buen lugar y un buen momento para hacer repaso del año pasado
y pensar en los acontecimientos que tenemos por delante. Junto a la chimenea de
mi casa, desde donde estoy ahora mismo, todo se ve muy lejano y la perspectiva
te ayuda a reflexionar.
Recibir información a través de
los sentidos es un arte que se debe conocer y perfeccionar. Durante todo el año
somos receptores de información que de un modo u otro entra a nuestro cerebro a
través de los sentidos: olfato, vista, oído, gusto y tacto. Toda esta
información la procesa el cerebro a través de una serie de mecanismos que
nosotros mismos entrenamos y sobre los que trabajamos constantemente para
mejorar las decisiones que hacemos. Los expertos hablan de un proceso de 8
etapas que culmina con la más tangible: el plan de acción (Organizar las ideas,
reconocer obstáculos, enmarcar el asunto, generar alternativas, evaluar
alternativas, tomar decisiones, comunicar las decisiones e implantar la
decisión).
No obstante, en la mayoría de los
asuntos sobre los que tomamos decisiones, las incógnitas son más que las
respuestas. En estas fechas navideñas se elaboran de planes profesionales y
personales para el 2014 que están repletos de preguntas sin resolver sobre las
que sólo el tiempo dictaminará sentencia. Cada vez que, a través del estudio y
la experiencia, llegamos a una respuesta, nuevos interrogantes y dudas aparecen
en el horizonte. Os recomiendo que no insistáis mucho en hallar respuestas. Os
animo a aquellos que aprovecháis estos días para cultivar vuestro espíritu, que
pidáis y trabajéis por desarrollar una mente abierta, con análisis profundo y
crítico de los problemas que se os plantean, pero no recéis para que se os den
respuestas a vuestros interrogantes pues sólo hallaréis preguntas.
En mi opinión es necesario
aprender a convivir con la incertidumbre, saber que lo único cierto y real es
lo que ocurre ahora mismo. En la medida en la que seamos capaces de tener una
relación natural con la incertidumbre conseguiremos reducir nuestras angustias
y ansiedades, nos preocuparemos menos por el futuro y más por el presente y
conseguiremos tener una relación con nosotros mismos mucho más fluida que se
transmitirá también hacia afuera, en nuestra relación con los demás.
La Navidad es un periodo
estupendo para la reflexión, para cultivar nuestro espíritu, para plantearnos
nuevas metas, para analizar nuestra relación con los demás y con nosotros
mismos, etc. Aprovechémosla sin dudarlo, pero no pretendamos tener la solución
y los problemas al mismo tiempo, no nos preocupemos en conocer el final del
camino sin antes recorrerlo, no gastemos fuerzas en obtener respuestas e
invirtámosla en generar preguntas y en trabajar cada día. Os animo a que os
hagáis “amigos” de la incertidumbre y os preocupéis en andar el camino que
tenéis bajo vuestros pies.
Mientras el fuego de mi chimenea
se consume pienso en el tostón que voy a cenar esta noche y no puedo evitar
sonreír, ser feliz y disfrutar de la familia y amigos que me rodea, sabiéndome
un privilegiado. Me gusta aprovechar el momento, disfrutar cada paso del
camino, aun cuando grandes incógnitas rodean nuestra vida… Os animo a que
hagáis lo mismo. El futuro será en función de lo que hagamos hoy, por tanto, no
empobrezcáis vuestro futuro por no pensar en vuestro presente o porque las
dudas os paralicen. Feliz Navidad.
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