Siempre me ha gustado la montaña,
desde que iba de pequeña con mi padre por la sierra de Madrid o a los Picos de
Europa, hasta las veces que he podido disfrutar en los Pirineos. Hace tiempo
que no hago una gran ruta pero este verano si me pude asomar un día a la
Anajarra, un 2.000 en la sierra de Madrid, en el puerto de la Morcuera, que sin
excesivo esfuerzo te lleva a unas buenas vistas.
Uno de mis hermanos acaba de
volver de subir al Kilimajaro, el punto más elevado de África casi un 6.000. Hay
diversas rutas que te llevan hasta la cima, la más común es la ruta Marangu,
tres días hacen falta para alcanzar la cima y dos para el descenso, son un
total de 64km de recorrido, haciendo frente en muchos casos al mal de altura.
El equipo que acompaña al escalador que hace esta ruta suele ser de un guía y
tres porteadores. La flora y fauna que uno encuentra durante la travesía es
espectacular y alcanzar la cima con éxito una satisfacción que no se puede
describir con palabras. Debe ser una de esas experiencias únicas en el mundo.
En este tipo de deporte el
esfuerzo de la subida siempre se ve recompensado por alcanzar la cima y poder
otear el horizonte desde una privilegiada situación. Hay que tener una meta, el
pico que se quiere alcanzar, o sin necesidad de subir, el lugar al que se
quiere llegar. Siempre en estos
trayectos me doy cuenta de lo importante que es visualizar la meta, tener claro
a donde se quiere llegar y mirar a la cumbre, si alcanza la vista, pero también
es importante no perder de vista el sendero, mirar al siguiente hito al que
llegar, el corto plazo. En ocasiones las sendas se bifurcan, aparecen ante
nuestros ojos atajos, oportunidades, que podemos tomar sopesando siempre si nos
acercaran o nos alejaran de la meta. Es importante no olvidar disfrutar del
camino, parar a mirar a nuestro alrededor, volver la vista y ver todo lo ya
recorrido para seguir avanzando.
Nuestra trayectoria profesional
es como un GR, algunos lo acaban de empezar, otros están cerca ya de llegar. Podemos
avanzar con la ayuda de un guía, un mapa, preguntando a los que nos cruzamos en
el camino… que vuelven de nuestra meta, si vamos bien, si queda mucho y cuanto
esfuerzo les ha supuesto; quizá en algunos momentos necesitamos ayuda de
porteadores, pero en último caso cada uno es el que debe llevar la brújula y
saber a dónde quiere llegar, y es el responsable de llegar al siguiente hito o
decidir si toma un atajo…
Como comentaba la profesora del IESE Mireia de
las Heras en una charla sobre la trayectoria profesional: “Vivir sin saber en qué estaremos trabajando dentro de
cinco o diez años, ni qué competencias se nos van a exigir, genera una lógica
inquietud: sabemos que nuestro trabajo va a cambiar… pero no sabemos hacia
dónde.”
Esto supone estar atentos,
trabajar en nuestra empleabilidad, desarrollar más las competencias que los
conocimientos; tener capacidad de adaptación, aprender a aprender y ser
flexible.
Así que ya sabes, elige tu senda,
cálzate la botas y consigue el equipo necesario para llegar a tu Ngáje Ngái (Kilimanjaro
en idioma masái)
No hay comentarios:
Publicar un comentario