lunes, 10 de noviembre de 2014

TRABAJAR CON LOS MEJORES

Hace un mes tuve la suerte de conocer a Pau Gasol por un proyecto en el que estamos involucrados. No hay duda de que es una gran persona, de hecho he conocido a poca gente tan grande… es algo de lo que te das cuenta en cuanto le ves, porque mide 2,13m. Bromas aparte, se trata de una persona muy interesante, que ha sabido desarrollar al máximo su lado profesional (sobra hablar de la trayectoria de Gasol) y su lado más personal, a través de muchas iniciativas en las que trata de aportar su granito de arena a la sociedad.

En esa reunión repasamos su carrera con bastante profundidad y tratamos de sacar conclusiones que pudieran servir a otros profesionales de cualquier sector. Cuando repasas la vida de Pau Gasol, inevitablemente aparece la figura de Juan Carlos Navarro y la gran relación de amistad que tienen, basada en el respeto y admiración mutua. Al tratar de entender sus dinámicas de entrenamiento y analizar el enfoque que un deportista del nivel de Pau tiene de la mejora de su técnica, me sorprendió escuchar la importancia que le daba a los “ratos” que pasaba con su amigo Navarro después de los entrenamientos  practicando triples o tiros libres. Por supuesto, tener la fuerza de voluntad de seguir entrenando cuando el entrenamiento ha acabado te ayuda a mejorar, pero él se daba cuenta de que entrenar al lado de un grandísimo tirador como Juan Carlos le estaba ayudando aún más.

Trabajar con los mejores, con aquellas personas que tienen un talento natural para algo y que además lo ponen en práctica en su trabajo diario, plantea ciertos retos: gestión de “egos” o en algunos casos, frustración por no poder llegar a sus niveles de excelencia con la misma facilidad. Pero si se toma como un aprendizaje sano y provechoso, es decir, sin envidias, los beneficios superan con creces a los inconvenientes: mejora inmediata de la técnica, y con ello la llegada de resultados positivos; desarrollo del espíritu de superación que nos lleva a alcanzar metas superiores; crecimiento de la capacidad relacional; y un largo etcétera de ventajas que se ven reflejadas, no sólo en nuestro plano profesional, sino también en el personal, basta analizar la relación entre Pau Gasol y Juan Carlos Navarro.

Dejando a un lado los beneficios personales, a nivel profesional esta actitud de búsqueda de los mejores y de rodearnos de ellos se puede llevar a dos planos: por un lado al plano individual, venciendo las barreras o prejuicios autoimpuestos, debemos liberar nuestra mente y darnos cuenta de que tener gente buena a nuestro alrededor no va a hacer que no prosperemos dentro de la organización, sino al contrario, va a ayudar a que mejoremos. Esto puede no ocurrir en determinadas organizaciones en las que existe una insana rivalidad, en las que la información no fluye correctamente, o en las que existen vicios ocultos. Por tanto, es imprescindible que este enfoque en el plano individual esté acompañado de una implantación del mismo en el plano organizacional. La cultura de la empresa debe estar impregnada de valores que fomenten desarrollo profesional a través de la excelencia; las estructuras deben favorecer que prosperen dinámicas de mejora personal gracias al apoyo y colaboración mutua; y deben existir políticas y sistemas de evaluación que acompañen estos valores para que realmente sean efectivos.

Javier Fernández Aguado, empresario y asesor de altos directivos, describe en su último libro cómo era el sistema de “management” del tercer Reich, es decir, qué estilo de dirección y liderazgo tenían Hitler y sus colaboradores, y una de las cosas que más llaman la atención de todo ello es la gran cantidad de mediocres que rodeaban al “Fürher”. Hitler sólo se rodeaba de inútiles. Muchos pueden pensar que esto era así porque él era también un mediocre, pero eso no es condición sine cua non para que tus empresa esté llena de gente mala; precisamente el espíritu de mejora, la humildad y el saber rodearse de buenos profesionales que puedan hacer sus críticas libremente, es lo que hace que profesionales con niveles técnicos mediocres, alcancen cotas de excelencia. Por otro lado, el hecho es que gran parte del desmoronamiento del régimen de Adolf Hitler se debió a esa mala “planificación” de personal en la que todo el mundo tenía miedo al jefe y en el que los disidentes eran apartados (o asesinados) por norma.

Os animo a adoptar ese espíritu de búsqueda de la excelencia a través de la gente que os rodea, y que seáis capaces de desarrollarlo a nivel individual, venciendo vuestros prejuicios y buscando trabajar en equipos de excelencia, y a nivel organizacional, en vuestras empresas, equipos o departamentos, en los que tengáis responsabilidad, fomentad esta cultura de tener y mantener gente excelente, y que se desarrollen las estructuras y los valores que lo posibiliten. Ojala que en vuestras empresas todos los días, al acabar la jornada, se quedaran Pau Gasol y Juan Carlos Navarro lanzando triples una hora más, con el único objetivo de mejorar a la vez que, sin darse cuenta, se hacen grandes amigos.

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